12 ago 2021
Cada año, en agosto, transitamos la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Una fecha establecida por la OMS, UNICEF y otras organizaciones para visibilizar la importancia de este acto de nutrición y amor, determinante para el futuro de la sociedad entera. Desde Argentina Online entrevistamos a tres especialistas, dos pediatras y una puericultora, para conocer cuál es la mirada profesional sobre el tema desde distintas disciplinas.
“Tanto la Organización Mundial de la Salud, como la Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Argentina de Pediatría recomiendan la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de vida, continuando hasta los dos años con alimentación complementaria” afirma Mayra Jacobsen, pediatra y neonatóloga de Clínica San Jorge. “En muchísimos estudios quedó demostrado que la leche humana tiene innumerables beneficios, no solo para el recién nacido sino también para la madre y el sistema de salud”.
“La leche humana es tejido vivo, que tiene la capacidad de modificarse en función de las necesidades del binomio madre-hijo. Los humanos somos los únicos mamíferos que dependemos de la leche materna para sobrevivir, porque solo ella nos aporta todos los nutrientes esenciales para el crecimiento, desarrollo y protección. Además, es muy importante el contacto y el vínculo que se generan durante la práctica de la lactancia: estimula el neurodesarrollo”.
En la misma línea, Débora López Ferrucci subraya que “el acto de amamantar genera una situación de apego única entre madre e hijo. El apego es una relación psicológica y natural, sana y a favor de la salud”. Débora es docente y coordinadora general del Instituto de Investigación en Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Salvador, Facultad de Medicina. Además, trabaja en ACADAP y en Espacio Nanay, formando puericultores en todo el país y en el exterior.
“Las puericultoras y puericultores (hay algunos varones formados en esta especialidad también) acompañamos a las madres en su lactancia, además de asesorarlas y ayudarlas en todo lo que tiene que ver con crianza. La puericultura hace un trabajo de sostén. Para nosotros y nosotras, la Semana Mundial de la Lactancia Materna es un período del año que dedicamos a resaltar la importancia que tiene la lactancia materna tanto para las madres, los niños y la sociedad entera. El lema de este año fue la lactancia materna como responsabilidad compartida; en nuestras campañas, hicimos mucho hincapié en la importancia de que la mamá tenga una ayuda en casa. Cambiar el punto de vista y no pensar en la visita que viene a ver al bebé, sino en una visita que ayuda: desde el “¿qué te cocino?”, el “te tengo al bebé y te vas a bañar” y millones de cosas que no puede hacer sola una mamá recién parida. Que no tiene que ver con lo que se dice siempre acerca de las madres primerizas; la ayuda, el acompañamiento y el sostén se necesitan con el primer hijo, con el segundo hijo, con el tercero, y así sucesivamente. Una madre acompañada y sostenida va a tener como resultado una buena experiencia de lactancia”.
Pero ¿de dónde debe provenir esa ayuda necesaria? ¿Quiénes están implicados en esa “responsabilidad compartida”?
Es una responsabilidad que se piensa compartida desde el afecto e involucra a mamá y papá, es decir a la pareja, a la familia, a los amigos y amigas más cercanos. “Pero también hay una responsabilidad a nivel, por ejemplo, del ámbito privado; de las empresas y el mundo del trabajo. A esta altura ya se saben los beneficios de la lactancia materna, que no solamente se dan a nivel nutricional, físico y emocional para la mamá y el bebé en el corto plazo, sino que también implican menos incidencia de enfermedades en ambos, por ende menos días de licencia, menos uso de las de las prepagas y obras sociales. La lactancia trae beneficios al sistema de salud, al sistema productivo y a toda la sociedad. Por eso todas las empresas deberían contar con lactarios y fomentar el respeto por la lactancia materna. Y por último, sin lugar a dudas se trata de una responsabilidad compartida que incluye al Estado como actor principal. Además de suscribir a la postura de la Organización Mundial de la Salud y Unicef de mantener una lactancia materna exclusiva los primeros seis meses, necesitamos licencias de maternidad acordes, y leyes que en general garanticen las condiciones para que esto suceda”.
¿Cuáles son esas enfermedades que podemos evitar gracias al amamantamiento?
María Inés Angera es también pediatra y neonatóloga en Clínica San Jorge, Ushuaia. Entre los beneficios más destacables de la LM para el bebé, ella subraya “la reducción de la mortalidad infantil y de la muerte súbita. Además, como la leche materna tiene anticuerpos especiales que refuerzan el sistema inmunológico del bebé, disminuye muchísimo la posibilidad de alergias, diarrea, gripe, neumonía, otitis y meningitis, entre otras infecciones. Lo ayuda también a aceptar una mayor variedad de alimentos y sabores, y fomenta su desarrollo emocional e intelectual, lo que previene problemas de salud mental en el futuro. Por último, previene a largo plazo enfermedades como obesidad, diabetes, hipertensión y colesterol alto”. Mayra Jacobsen coincide, y agrega: “tanto un recién nacido de término como un bebé prematuro se benefician ampliamente con la lactancia materna. Se reducen internaciones y riesgos de muchas enfermedades a corto y largo plazo, como las que menciona María Inés”.
Si la lactancia es una garantía de salud a largo plazo para el bebé, ¿cómo se acompaña y sostiene a una mamá que amamanta desde el sistema de salud?
Al respecto, la doctora Angera nos cuenta que “en mi consultorio, en concordancia con la OMS, SAP y otros organismos, recomiendo que, siempre que sea posible, los bebés sean amamantados con pecho materno exclusivo los primeros seis meses de vida. Con respecto a la incorporación de leche de fórmula, solo debería darse en casos muy justificados y por una indicación médica. Nosotras siempre tratamos de apoyar a las mamás para que continúen con la lactancia, estimulando la producción láctea y la administración, en caso de ser necesario, de la leche extraída con un método alternativo, que no interfiera en la lactancia (como el vasito, cucharita o jeringa) explicándoles la forma de extracción y conservación de la leche”.
Pero ¿qué pasa cuando una madre no puede o por alguna razón decide no dar la teta?
“Hay muy pocos casos en los que una madre que puede hacerlo decida no amamantar, luego de haber recibido toda la información necesaria sobre los amplios beneficios de la lactancia” confiesa María Inés. “Pero cuando se da el caso, mi responsabilidad como médica es respetar esa decisión sin juzgarla. Al igual que en el caso de las madres que no pueden amamantar por alguna razón médica, debemos brindarle el apoyo adecuado, explicar todo sobre la preparación segura de los biberones y la alimentación receptiva para desarrollar un vínculo cercano y afectuoso con su bebé”. El vínculo de apego y la conexión psicoemocional al alimentar al bebé pueden establecerse más allá de la teta.
“Cuando una madre dice que no quiere dar el pecho, primero hay que escuchar, sin juzgar” coincide la Dra. Jacobsen. “Conocer sus razones, ya que pueden presentar miedos, tabúes, u experiencias previas fallidas. En todo caso, es una decisión muy personal”. Y en el caso de madres que quieran dar el pecho pero no puedan o se les dificulte, Mayra aconseja “ir resolviendo los obstáculos uno a uno. Hay que explicar que las experiencias son diferentes en cada una y con cada bebé; que, si ella quiere dar el pecho, tenemos más de la mitad del camino asegurado para establecer una lactancia exclusiva. Que se puede lograr, dar confianza y brindar un lugar donde se pueda sacar dudas y miedos, donde se pueda corregir alguna dificultad durante la misma. Simplemente, acompañar”, concluye.