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Científicos del Conicet crearon una estufa de bajo costo que ya usan cientos de hogares populares: “El frío es cruel en los hogares humildes”

En Mar del Plata, un grupo de profesionales ayuda a las familias vulnerables a calefaccionar sus hogares de manera segura; en el país la falta del servicio de gas afecta a 5 millones de personas de sectores populares

14 jul 2025


 

Cada invierno, hasta sus siete años, Valeska parecía una muñeca rusa de tantas capas de abrigo que le ponía su madre para enfrentar el invierno. No solo para salir, también para estar dentro de su hogar, una casa humilde de Mar del Plata, en el barrio popular El Caribe. “A la vuelta del cole, yo prefería que se fuera a dormir porque a pesar de la garrafa con pantalla o alguna estufa eléctrica, hacía tanto frío adentro como afuera” cuenta Yenifer, la mamá de la niña.

 

En El Caribe, como en el 99% de los 6467 barrios populares del país según informes del Registro Nacional de Barrios Populares, no hay conexión a la red de gas. Es por eso que allí lo que más se usa para calefaccionar son estufas eléctricas o tachos de metal con leña a modo de brasero, lo cual implica todo tipo de riesgos, más aún considerando la precariedad de las instalaciones de luz.

 

 

 

 

Evitar esos peligros es lo que impulsó el emprendimiento de estufas sociales llevado a cabo en Mar del Plata por profesionales del Conicet, la facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de esa ciudad, organizaciones de la sociedad civil, empresas y trabajadores de los mismos sectores beneficiarios.

 

Desde 2020, construyen unas 80 estufas solidarias por año que distribuyen en los barrios populares del sur de Mar del Plata donde no hay servicio de gas. “Estamos por llegar a las 550 y hace unas semanas estrenamos el nuevo modelo, la 2025 B o como le decimos cariñosamente, la peque”, cuenta con orgullo Jeremías Ispizua, que es ingeniero, investigador postdoctoral del Conicet y uno de los referentes del emprendimiento.

Las estufas se ensamblan en los talleres de los mismos barrios populares como una manera de potenciar las economías locales
Las estufas se ensamblan en los talleres de los mismos barrios populares como una manera de potenciar las economías locales

 

Jeremías asegura que la calidad de vida de las personas que acceden a las estufas mejora significativamente. “Las familias nos ayudan a acondicionar el lugar en donde se va a poner el artefacto y a colocarlo”, dice y explica que de esa manera comienzan a ver cómo pueden ellos mismos cambiar su realidad.

 

En la casa de Valeska, donde ni la garrafa con pantalla servía para que haya algo de calor en la casa, todo cambió hace ya unos tres años. “Los chicos de estufas sociales nos ofrecieron la salamandra y es lo único que funciona para calefaccionar todo el lugar, es más segura y mi nena está feliz”, dice Yenifer que junto a su marido, que es albañil, está construyendo un piso más para que su hija tenga su propia habitación.

 

La estufa social es una estructura de hierro y ladrillos que mide 75 cm. de alto, 25 cm. de ancho y 30 cm. de profundidad. Calefacciona con la combustión de la madera y no solo da calor y es segura, también permite que se pueda cocinar en ella. De hecho, Jeremías recuerda que el año pasado, cuando fue a visitar a la familia de Valeska, Yenifer le convidó con unas tortas fritas que cocinó en la salamandra.

 

En cada estufa se invierten unos 180.000 pesos. Si se incluye el flete y la colocación, son 220.000 pesos. “Compite lo más bien con las que están en el mercado a 300.000 pesos y más”, dice y advierte: “Nosotros si quisiéramos una estufa bien barata, podríamos hacerla. Pero lo que tiene la que construimos es un desarrollo tecnológico interesante, apropiado, seguro y replicable que permite generar dinámicas de trabajo local y el encuentro entre muchas organizaciones”.

 

El gen solidario

 

La semilla de la estufa solidaria surgió en 2018, cuando un grupo de alumnos del Instituto Industrial Pablo Tavelli, de Mar del Plata, creó estufas a leña de bajo costo para familias de bajos recursos. Su objetivo no solo era que las casas tuvieran una calefacción acorde a los tiempos invernales, sino que fuera segura para evitar accidentes.

 

Después de distribuirlas y testearlas, publicaron los planos de los artefactos, el manual de uso y un tutorial para quien quisiera hacer su propio modelo. “De ahí en más, diferentes organizaciones tomaron los planos y los fueron mutando según la necesidad de cada barrio”, explica Jeremías.

 

Por 2019, y luego de diferentes incendios en barrios populares, Cáritas Cristo Rey de Mar del Plata fue una de las organizaciones que decidió replicar las estufas solidarias y construyó unas 20.

 

Al año siguiente, para aumentar la producción, convocaron al grupo de investigación “Ciencia y Tecnología para la habitabilidad” de la UNMdP del que es parte Jeremías y que, a través de la Fundación Soporte, trabaja en los barrios populares de la ciudad con programas de mejoras en los hogares.

 

“Nos sumamos para potenciar el proceso productivo y articular con otros actores para conseguir donaciones y fabricar la estufa. Encontramos socios muy importantes de distintos ámbitos de la sociedad civil que nos dieron herramientas, insumos, y se sumaron empresas con ese mismo objetivo”, explica Jeremías.

 

Jeremías, uno de los ingenieros referentes de la iniciativa, asegura que cada estufa es un granito de arena que ayuda a mejorar la calidad de vida de las familias
Jeremías, uno de los ingenieros referentes de la iniciativa, asegura que cada estufa es un granito de arena que ayuda a mejorar la calidad de vida de las familias

 

Si bien las estufas que elaboraban desde ese primer plano eran seguras, cuenta que el año pasado mejoraron el modelo, para que sea también más duradero. “La llamamos estufa 2025 B o la peque”, dice con orgullo e indica que luego de testear cómo funcionan, publicarán los planos para que su construcción sea accesible a todos.

 

El impacto social de la iniciativa también supera el objetivo de calefaccionar de manera segura ya que también busca darle empuje a las economías locales. “La idea siempre es construir el saber desde lo comunitario, dar trabajo bien pago a la gente del barrio, desde los herreros que sueldan a los que tienen fletes para hacer los traslados, todo eso se paga gracias a donaciones”, dice Jeremías.

 

Por su parte, las familias hacen un aporte voluntario de dinero para cubrir parte del flete y de la mano de obra. “Siempre colaboran con 5000, 10.000, 30.000 pesos que para ellos es un montón. Hay personas que están en una situación muy difícil y no les pedimos nada. No obstante, todos ayudan en la instalación”, explica Jeremías.

 

Vencer el frío

 

Las casas del barrio El Caribe, unas 200, se encuentran en lotes amplios, rodeadas de puro descampado. Allí el invierno es más extremo y hasta dormir es difícil, por el frío y porque si se deja una estufa o un brasero encendido los adultos deben estar atentos a que no ocurra una desgracia.

 

“En el barrio hay muchas necesidades, yo soy humilde, pero hay gente más humilde que calefacciona su casa como puede, el frío es muy cruel en estos lugares”, dice Yenifer y recuerda lo que ocurrió con una familia vecina, en julio pasado.

 

Cuenta que una pareja, que vivía en una casilla, encendió un brasero para que las dos hijas pudieran dormir. “Se incendió todo, las nenas fueron internadas en el Garrahan por las quemaduras. Es algo muy triste, desesperante”, explica.

 

Son 5 millones las personas, entre niños, niñas, adolescentes y adultos, que viven en villas y asentamientos que sufren el frío extremo dentro de sus casas. Debido a los cambiantes precios de las garrafas y la falta de servicio de gas, en el 38% de las villas y asentamientos del país la forma más frecuente de calefaccionar es con leña, de acuerdo al Observatorio de Barrios Populares del Registro Nacional de Barrios Populares.

 

El modelo de estufa que se estrenó este año es aún más segura, explica Jeremías
El modelo de estufa que se estrenó este año es aún más segura, explica Jeremías

 

“Cuando hay tantos chicos en los barrios populares que pasan frío porque no tienen gas, uno piensa en lo importante que sería que los municipios colaboren con políticas para que puedan estar en sus hogares de manera segura”, dice Jeremías y explica: “Es el Estado el que tiene las herramientas como para potenciar iniciativas como la de las estufas sociales”.

 

Luego, hace referencia a los cortes en el suministro de gas que sufrieron cientos de hogares en Mar del Plata, en la primera semana de julio. “Ese frío que pasamos el otro día en la ciudad, es el que sufren las familias de barrios populares todos los días, por eso es importante ayudarlas”.