Noticias | 4 may 2020
Coronavirus
En la Ciudad de Buenos Aires la flexibilización se impuso de hecho, bajo la consigna oficial “nos tenemos que contagiar”
BUENOS AIRES: A partir de la semana que viene se flexibilizará el funcionamiento en ciertas actividades y empezará a recorrerse una nueva curva sanitaria: con la vacuna aún como un sueño lejano, se buscará "inmunizar a la población" de modo natural y controlado; esto es, que se vaya contagiando la mayoría de los vecinos, preservando a los grupos de riesgo.
"Nos tenemos que contagiar". El funcionario porteño habla con voz firme y repite la consigna en la charla de este lunes con Clarín.
"Nos tenemos que contagiar", dice otra vez en menos de un minuto. Aunque parezca un contrasentido en medio de una pandemia, el estiramiento de la cuarentena y la relativa baja cantidad de casos y muertes por coronavirus, puso al Gobierno porteño en una situación de quiebre.
A partir de la semana que viene se flexibilizará el funcionamiento en ciertas actividades y empezará a recorrerse una nueva curva sanitaria: con la vacuna aún como un sueño lejano, se buscará "inmunizar a la población" de modo natural y controlado; esto es, que se vaya contagiando la mayoría de los vecinos, preservando a los grupos de riesgo.
"Hay dos cuestiones. Una es la económica y otra la presión social, que se sintió fuerte este fin de semana. ¿Cuánto más aguanta la gente encerrada?", se pregunta el funcionario porteño. Otro se suma: "Ya se están viendo hasta chicos en la calle con barbijo. Hay que ir viendo y acompañando eso, evitando que la situación se desborde".
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Como adelantó Clarín, en la Ciudad insisten en que las restricciones para los grupos de riesgo se mantendrán firmes: allí hay que incluir a los mayores de 70, a las embarazadas y a los que hayan tenido enfermedades que pueden complicarlos con un contagio de Covid 19, como diabéticos o pacientes con antecedentes respiratorios.
El transporte público, como se dijo, es uno de los principales focos de contagio. Por eso, la Ciudad empezó forzosamente a desandar el camino que inició el macrismo desde el arranque de su gestión en 2007. Ahora desalentará el uso de medios masivos. Este lunes, tras charlas previas entre el Gobierno porteño y la Provincia, la Nación anunció que volverá a permitirse la circulación de combis, con las restricciones correspondientes. Pero además, no descartan dar créditos para la compra de bicicletas o motos. Y les pedirán a los que tengan autos particulares que los usen. "Que no te extrañe que nos convirtamos en una ciudad del estilo del sudoeste asiático, con todas las motitos llenando las calles", proyectaba un dirigente del oficialismo.
En este plan para evitar las aglomeraciones en los transportes, la Ciudad podría experimentar otro cambio sustancial para la vida de sus vecinos: que las actividades se escalonen por horarios. Algo de esto podría comenzar a probarse con la nueva flexibilización. "No podemos tener más horas pico ni en subtes ni en trenes. Y en los colectivos, desde hace 10 días, ya estamos con las frecuencias habituales. Por eso, quizá las ferreterías tendrán que abrir a las 7.30, las construcciones desde las 9 y otros negocios a las 11", ejemplificaban en el Gobierno porteño.
Qué podría flexibilizarse y por qué
Como adelantó Clarín, un cambio que se sumará al delivery es la posibilidad de retirar las comidas en los locales. Lo que los funcionarios porteños llaman "take away". En la Ciudad admiten que algunos locales ya lo están haciendo. Y no prevén sancionarlos. Otra vez, la flexibilización de hecho.
En la tarde de este lunes, habrá una nueva y decisiva reunión para ir definiendo los cambios. ¿Cuál será la lógica de la decisión? Evaluar el impacto económico y el riesgo sanitario de contagio de cada medida. "Un ejemplo que ya rige es el sector financiero, los bancos. Tiene mucho impacto económico para la Ciudad y, con los cuidados sanitarios, no implica tanto riesgo de contagio. En una provincia del sur, podría ser el petróleo", explican cerca de Larreta.
Esta misma idea primaría para una de las actividades más dinamizantes de la economía: la construcción. La idea, a priori, es habilitar las más grandes y no pequeñas refacciones que, además de no mover la economía, pueden implicar un riesgo de contagio por una cuestión de espacio. Aquí el punto de conflicto a resolver es migratorio: la mayoría de los albañiles viene del Conurbano, lo que vuelve a instalar el riesgo en el transporte público.
Del lado inverso, en la Ciudad mantendrán las restricciones de ir al puesto original de trabajo en aquellas actividades que pueden hacerse desde el hogar. Es decir, explotar lo más que se pueda el concepto de home office. Otro cambio que llegó para quedarse un rato largo.
Fuente: Clarín

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