jueves 17 de julio de 2025

Noticias | 22 sep 2015

Insólito: el día que el arte dejó trunco el Obelisco


 

• LA INTERVENCIÓN DE LEANDRO ERLICH SORPRENDIÓ AYER A LOS PORTEÑOS

 

El ápice del Obelisco fue cubierto por el artista plástico Leandro Erlich, quien lo hizo “reaparecer” en la explanada del Malba. La obra, denominada “La democracia del símbolo”, celebra un nuevo aniversario del museo.

 

¿Y dónde está la punta del Obelisco? Eso se preguntaba ayer la gente, sorprendida, y alarmada en algunos casos, al ver truncada la punta del ícono porteño por excelencia. La respuesta: el monumento fue intervenido por el artista Leandro Erlich, un genuino ilusionista que no sólo ocultó esa punta, sino que además la "trasladó" a la explanada del Malba.

El museo, abierto en 2001, cumple hoy 14 años de vida en primavera, y los celebra con magia y espectáculo. La obra de Erlich se llama "La democracia del símbolo" y cuestiona la capacidad de percibir la realidad de aquel que mira.

"El Obelisco en la Argentina es un monumento que nunca ha sido pensado para ser visitado", señala el artista. A partir de allí, intervino directamente la construcción, e hizo desaparecer su ápice para hacerlo reaparecer por la tarde en el museo. En verdad, a Erlichno le interesa tanto la magia como su capacidad para suscitar sensaciones y reflexiones. No oculta que construyó un capuchón que imita los colores del obelisco y lo colocó en la punta para simular el corte, y luego reprodujo el fragmento del Obelisco en escala real. Así,"el público podrá ingresar a la cúspide, con entrada libre y gratuita, y disfrutar de las cuatro vistas aéreas del monumento central en el imaginario argentino", dicen en el Malba.

Vale la pena recordar la historia. El Obelisco fue planeado para la ciudad moderna, junto con la traza de las diagonales, el ensanche de la calle Corrientes y la creación de la avenida Nueve de Julio. Pero la documentación sobre el monumento revela que el intendente Mariano de Vedia y Mitre encargó en febrero de 1936, sin llamado a concurso público, la construcción del Obelisco al arquitecto Alberto Prebisch, quien lo emplazó en la Plaza de la República, circular en ese entonces. La empresa Siemens lo construyó en el tiempo récord de 60 días. Pero, en rigor, ese monumento racionalista de 67,5 metros de altura no coincidía con el gusto de una sociedad que, en pleno siglo XX, seguía construyendo palacios porque amaba las volutas francesas. En 1938, luego de un acto escolar, se cayeron dos filas de lajas. Por algunas pocas horas el episodio no se convirtió en una masacre. El voto del Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires ordenó entonces la demolición del Obelisco, pero lo salvó el veto de Arturo Goyeneche, el nuevo intendente porteño.

Hoy, Erlich monta instalaciones que combinan elementos de diversas disciplinas como la ingeniería, la arquitectura y el diseño. Sus simulacros abren las puertas de múltiples ficciones, alteran el orden natural de las cosas y, con su genuina vocación por el enigma, se revela heredero de cierta indisciplina intelectual, condición que es a la vez patrimonio y dificultad del ser argentino.

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