viernes 19 de abril de 2024

Noticias | 22 sep 2022

Ser médico en Malvinas: "Llegué a contar 70 bombas por minuto"

El Dr. Sánchez Posleman junto a otros veteranos contaron sus experiencias en Malvinas en el contexto del Día de la Sanidad. "Dimos todo lo que podíamos en un momento de mucho dolor para cualquier país, como es una guerra", expresó.


En conmemoración del Día de la Sanidad y en el contexto del 40° aniversario de la guerra de Malvinas se realizó un conversatorio con presencia de veteranos y veteranas organizado por el Ministerio de Salud de la provincia. Es la primera vez que se realiza una actividad de este tipo, con el testimonio de quienes participaron asistiendo, curando y atendiendo en el conflicto bélico del Atlántico Sur. 

Veteranos de la Guerra de Malvinas compartieron sus relatos y experiencias en materia sanitaria en el Conflicto del Atlántico Sur. “Reflexionar sobre la guerra, la soberanía y lo que sucedió en las Malvinas hace 40 años es algo que nos debemos en materia de salud. Mujeres y hombres que estuvimos ahí vivimos de cerca el dolor de la guerra y trabajamos curando heridas, calmando dolores, asistiendo a soldados muy jóvenes con grandes traumas físicos y emocionales.  Dimos todo lo que podíamos en un momento de mucho dolor para cualquier país, como es una guerra”, definió el referente de la Clínica San Jorge Carlos Sánchez Posleman. 

Acerca de su experiencia en el conflicto bélico, dijo que “el 2 de abril de 1982 a las 6:00 de la mañana, me enteré por la televisión de la toma de las Malvinas. Yo era residente de primer año de clínica médica en el Hospital Naval de Buenos Aires. Fui a mi lugar de trabajo como todos los días, pero las cosas eran distintas. Estábamos en guerra y se tomó la decisión de evacuar a todos los pacientes a otros hospitales para que estuviéramos atentos ante cualquier emergencia y estar disponibles para atender heridos que llegaran a Buenos Aires”.  

“Durante esos días, el mes de abril y principios de mayo, todos los días había algún médico que era trasladado a la zona de guerra. Yo quería estar ir y empecé a pedir formalmente incorporarme como voluntario médico para ser trasladado a Malvinas. Tanto insistí que lo logré y me destinaron como médico al rompehielos Almirante Irizar, que estaba siendo preparado como buque hospital”, detalla el referente médico. 

  

“Estaba recién recibido y no sabía nada de medicina en combate. Cuando llegamos al Irízar era un rompehielos que había que transformar en hospital. Fue la primera vez que tomé dimensión de lo que es la gestión, armar, gestionar un hospital y también lo que era trabajar en equipo” 

 

“En esa situación de guerra y en el centro del conflicto, éramos convocados todas las mañanas con división de tareas. Ahí aprendí que en los equipos de salud es tan importante el médico, como el enfermero, el camillero o como la persona que limpia. Hay que trabajar en equipo”.  

 

Sánchez Posleman relata que durante esos primeros días en zona de guerra “fuimos armando un buque hospital con quirófano, terapia intensiva y terapia intermedia con dos salas de internación general.  Recorríamos el mar argentino, por momentos en dirección a Sudáfrica, otras veces fuimos a Comodoro a buscar gente de inteligencia del Ejército, e incluso más instrumentadoras del Ejército que se embarcaron para ir a Puerto Argentino”.  

La guerra de cerca 

“Finalmente, el 13 de junio a la tarde llegamos a las Islas Malvinas, a Puerto Argentino, era tarde, y llegue a contabilizar 70 bombas por minuto. Ese fue mi primer contacto con la realidad de la guerra en vivo. Fue muy shockeante, muchos quedamos paralizados. Mi puesto era la clasificación de heridos que traían. Primero los más graves vía helicóptero y también tuve el honor de ir en helicóptero a Malvinas a buscar más heridos”.  

 

“Era muy difícil, porque no solo era el rescate de los prisioneros de guerra, sino ir recibiéndolos y atendiéndo. Muchas veces no había heridas físicas, pero tenían un gran impacto en la moral de la tropa. Pensemos en chicos de 18 años, sin experiencia, lejos de sus hogares. Había que acompañarlos”.  

 

El tabú del fin de guerra y la falta de reconocimiento 

Sobre su experiencia personal, Sánchez expresa que “pasé muchos años sin hablar del tema. La guerra me dejó algunas experiencias buenas en lo personal, como médico, pero lo que siento como argentino, es frustración porque nunca hubo un recibimiento acorde para esos soldados que estuvieron en la guerra en las propias Islas Malvinas”.  

 

“Muchos dieron su vida allí, otros volvieron y en esos días tuvimos que esperar que se hiciera de noche para poder desembarcarlos, para que la gente no los viera, se los escondía. Un anonimato terrible con las tres Fuerzas Armadas totalmente distanciadas. La gente de Marina se fue por la Base Naval de Ushuaia, en la línea de Marina; los de aeronáutica en ómnibus hasta Río Grande que manejaba la Fuerza Aérea y lo del Ejército se desembarcaron en Puerto Madryn, a la noche”.  

 

“Me duele la falta de reconocimiento de los conscriptos, que no eran personal militar, sino soldados que cumplían su servicio militar. No habían tomado la decisión como nosotros de incorporarnos a las Fuerzas Armadas, sino que por ley tenían que estar ahí. Creo que ellos se merecían nuestro reconocimiento y nuestro máximo respeto”. 

“Eso es lo que siempre me queda como herida, que si bien está cicatrizada cada tanto pica y a veces también me duele”.  

 

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