viernes 18 de julio de 2025

Noticias | 25 ene 2023

Sociedad

El médico que hizo el primer trasplante de corazón en Argentina fue acusado de homicidio y murió sin el reconocimiento que mereció

Fue un hito para la medicina pero Miguel Bellizzi, el cirujano a cargo de la operación, enfrentó una demanda por homicidio a raíz de una segunda intervención que salió mal


El país estuvo pendiente y todos coincidieron en que se trató de un antes y un después para la cirugía nacional. El primer trasplante de corazón, realizado en la Argentina el 31 de mayo de 1968 al paciente Antonio Serrano, fue considerado un éxito.

Miguel Bellizzi, el cirujano encargado de la operación, fue entrevistado en la televisión y su foto ocupó espacio en las tapas de los diarios. Así debería ser recordado. Sin embargo, poco tiempo después, hubo un segundo trasplante de corazón. El paciente fue un joven de 19 años, que murió en el postoperatorio. En cuestión de meses, el mismo hombre al que se lo había considerado un héroe pasó a ser visto como un asesino. Fue demandado por homicidio culposo. El proceso lo marcó y, aunque finalmente fue encontrado inocente de la acusación, su nombre quedó un poco relegado en la historia.

Hoy las posibilidades de recuperación son infinitamente superiores en comparación con aquellos primeros pasos que dio el doctor Bellizzi y las estadísticas muestran que el proceso ya se ha naturalizado, por lo que las posibilidades para las personas con afecciones cardíacas son cada vez más esperanzadoras.

De héroe a villano

El jueves 30 de mayo de 1968, Emilio Tomasetti, de 47 años, fue internado en hospital Ramos Mejía por una embolia cerebral. Al mismo tiempo, en la Clínica Modelo de Lanús, Antonio Serrano, de 54 años, esperaba una solución a su problema cardíaco.

El cirujano Miguel Bellizzi, por aquellos días, explicaba así la operación: “Por un lado tenemos un enfermo con una afección cardíaca irreversible, sin opción de sobrevivir; por otro, la coincidente existencia de otro paciente en proceso cerebral, quién, salvo sus latidos cardíacos, estaba clínicamente muerto por comprobación electroencefalográfica. Fueron las razones que nos impulsaron a llevar adelante el reemplazo cardíaco. Estábamos en contacto con los servicios de urgencia de los hospitales y encontramos el eco generoso y comprensivo en los parientes del donante, que documentaron su aprobación”.

Tomassetti fue trasladado a Lanús y, antes de realizarse la ablación, un fotógrafo ingresó en el quirófano y tomó una foto que fue la tapa del diario LA NACION.

El primer trasplante de corazón lo había hecho Christian Barnard, en Ciudad del Cabo un año antes, y desde entonces sólo se habían realizado 18 en todo el mundo. Por esos días, además del caso argentino hubo uno en Canadá y dos en los Estados Unidos.

“En un minuto se logró restablecer el ritmo cardíaco”, explicó el médico. El corazón de Tomassetti comenzó a latir en el cuerpo de Serrano. Así se explicaba la noticia que, en esos tiempos, parecía salida de una novela de ciencia ficción.

Mientras tanto, la gente comenzaba a agolparse en la puerta de la clínica en la avenida Pavón al 4800. La policía se vio obligada a cortar el tránsito.

Los canales de televisión entrevistaron a Julia Isabel Perroto, la viuda de Tomassetti, que contó: “Con mi marido seguimos toda la información que se supo sobre los trasplantes de corazón. Hace una semana nomás, él me dijo que no dudaría en donar su corazón si fuera necesario”.

El Secretario de Salud Pública, Ezequiel Holmberg, transmitió sus felicitaciones al equipo médico. Habló de orgullo y de satisfacción. La acción de Bellizzi fue calificada como una proeza.

Pero en simultáneo empezaron las críticas. El doctor Pedro Cossio, tras regresar de un simposio en Lima, en el que participó el doctor Barnard, cuestionó el procedimiento: “Estimo que la operación se efectuó sin tomarse los debidos recaudos que exige una cirugía dónde la técnica, es decir el acto de trasplantar un trozo de corazón, no ofrece ninguna clase de dificultades, ya que es más fácil que efectuar una colocación de válvulas”.

Y especificó: “El paciente se internó en la tarde del miércoles y fue operado en la madrugada del viernes. Los estudios de inmunofluorescencia indispensables requieren, por lo menos, de una semana de tiempo. Los ambientes tienen que ser no solamente estériles en cuanto al quirófano en sí. Todos los materiales deben ser absolutamente asépticos y el personal muy adiestrado en manejar ese tipo de enfermos con controles biológicos e inmunológicos permanentes. La existencia de un cuerpo extraño en el paciente implica correr riesgos de infecciones externas como necesariamente puede producirse por la presencia de médicos y enfermeras sin gorro, ni barbijo, rodeando al operado”.

La prensa buscó a Bellizzi, que respondió: “No estoy en la polémica. Trato enfermos. Si debo operar un enfermo, lo hago y trato de salvarle la vida. Soy un hombre de acción y no quiero discutir”.

El 4 de junio de 1968, el cuerpo de Omar Serrano es trasladado en ambulancia

El 4 de junio de 1968, el cuerpo de Omar Serrano es trasladado en ambulanciaLA NACION

En la madrugada del 4 de junio Serrano falleció. A las 3:08 El doctor Héctor Ruggiero, que acompañó a Bellizzi en la cirugía, le comunicó la noticia a los periodistas que se encontraban en guardia permanente en el lugar.

Varias horas después, Bellizzi dio una conferencia de prensa que duró más de dos horas y en la que encendió una docena de cigarrillos. El momento más tenso ocurrió cuando le preguntaron:

-¿Es cierto que durante la operación hubo enfermeras que se quitaron el barbijo?

-La operación ya estaba concluida. Es una inexactitud.

-Se dice que se tomó una fotografía durante la operación y que fue vendida a una revista.

-¡No es cierto! El único que ha tomado una foto del campo operatorio es mi fotógrafo personal. Son fotos postoperatorias. Es un fotógrafo del hospital Rawson. El doctor Bellizzi no da fotografías a nadie. Si mi fotógrafo entregara algunas fotografías que ha sacado, les aseguro que será el próximo dador…

“Me están ametrallando a preguntas”, se quejó el doctor, que explicó que no estuvo cerca en el cuidado del paciente en las últimas horas porque estaba con catarro. Para rematar una conferencia algo tensa, quedó la última pregunta:

-¿Es hincha de algún equipo?

-De Boca Juniors.

Los cuestionamientos y una larga espera

Tras el segundo intento, unos meses después, Bellizzi recibió más críticas de sus pares. El Consejo Federal de la Federación Argentina de Cardiología emitió un comunicado en el que exigía proteger aspectos éticos básicos. Lo mismo pasó con la Sociedad Argentina de Cardiología. Se mencionaba falta de experiencia e infraestructura adecuada.

El 2 de marzo de 1977 se sancionó y promulgó la Ley 21.541 de trasplantes. Bellizzi no contaba con ese marco legal y se convirtió en un blanco. La actividad pasó a estar regulada y fiscalizada por un organismo nacional. Además, la ley establece el anonimato de los donantes. Hoy ya no podría relatarse la historia tal como ocurrió con Tomasetti y Serrano.

Por todo esto, pasaron doce años hasta que se realizó otro trasplante de corazón. No fue hasta el 24 de mayo de 1980, en el Sanatorio Güemes, que René Favaloro y su equipo, integrado por Ernesto Weinschelbaum y Víctor Caramutti, efectuaron un reemplazo que le permitió una sobrevida de 9 meses al paciente. Desde entonces se desarrolló un programa de trasplantes cardíacos más amplio que fue extendiéndose a distintos puntos del país.

Miguel Bellizzi falleció el 20 de noviembre de 1991. Se desempeñaba, todavía, como jefe de cirugía cardiovascular del hospital municipal Ramos Mejía. Era un hombre sencillo. No poseía más que un auto y el departamento que alquilaba.

Juan Manuel Trenado para La Nación

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