El politólogo Andrés Malamud analizó el presente y el futuro del Gobierno de Javier Milei, que tras la victoria en las legislativas se prepara para dar inicio a una nueva etapa de la gestión, con la posible aprobación de algunas de las reformas estructurales prometidas en campaña.
El escenario a su criterio, sin embargo, es de “volatilidad extrema” y sujeto a lo que pueda pasar en otras partes del mundo, apuntó Malamud.
“Hace tres meses era impensable la situación actual, lo cual sugiere que no hay que dormirse en los laureles. Sigue siendo un país frágil e inestable”, señaló el especialista.
Para Malamud, los últimos meses ilustran perfectamente esa fragilidad: “Después de la derrota bonaerense parecía que Milei no iba a terminar el mandato, y después de la victoria nacional parece que reelige caminando. Ninguna de las dos es cierta, no sabemos qué va a pasar”.
En ese marco de incertidumbre, el analista señala un factor determinante: la dependencia de variables externas.
“Lo único que sabemos es que dependemos de los vientos del mundo, unos vientos que este Gobierno olió mucho mejor que los anteriores”, afirmó.
Según su lectura, el Gobierno se adaptó preventivamente y apostó antes de que soplaran esos “vientos favorables”. El caso paradigmático fue la apuesta por Donald Trump antes de que ganara las elecciones en Estados Unidos, una jugada que terminó pagando dividendos.
Sin embargo, Malamud también relativiza la solidez de ese respaldo externo. “Trump tiene problemas de fragilidad doméstica: perdió varias elecciones internas, perdió municipalidades como Nueva York o Miami, sus dos bases”, advirtió.
Aunque no cree que el mandatario vaya a perder las intermedias, considera “probable que no tenga el apoyo para hacer todo lo que quiere”, lo que podría impactar indirectamente en el margen de maniobra argentino.
“¿Cómo veo a Argentina? Mejor que hace tres meses, no tan bien como algunos creen y dependiendo del mundo”, resumió el politólogo. En ese escenario, rescató la capacidad del oficialismo para tomar la iniciativa: “El Gobierno le tomó mejor el tiempo a sus adversarios y a las reformas que el resto de los actores del sistema político, los veo con capacidad de tomar iniciativas y sorprender”.
En cuanto a las reformas estructurales, Malamud trazó un mapa pragmático de lo que considera viable y lo que no. “Las dos más importantes es probable que no las haga: la constitucional, porque no hace falta, y la previsional, porque es muy complicada”, sentenció.
En cambio, ve un panorama diferente para la reforma laboral, la designación de jueces y el Presupuesto 2026. “Lo que no sabemos es qué va a pasar con la tributaria, que la colocaría a mitad de camino entre lo que no va a pasar y lo que parece casi inminente”, agregó.
Otra de las claves del análisis de Malamud es su caracterización de la dinámica política actual como una negociación entre “oficialismos”. “Cuando el Gobierno va a negociar no busca a los líderes opositores, busca a los gobernadores, que también son de otros partidos, pero no dejan de ser oficialistas en sus territorios”, explicó.
Así como las elecciones fueron entre oficialismos, los acuerdos en 2026 también seguirían esa lógica, indicó.
“Se reparten plata, están discutiendo recursos presupuestarios, no digo ni que sea ilegal o inmoral, negocian dinero, cuánto va a ir a cada provincia”, describió sin eufemismos. Para el analista, esta mecánica tiene una ventaja operativa: “Es una negociación mucho más sencilla que la ideológica. La discusión por plata siempre es más resoluble que la que se hace por ideología”.
Las elecciones recientes, según Malamud, confirmaron este esquema. “Fueron una confirmación de Milei y de todos los gobernadores, todos los oficialismos ganaron. Hubo una victoria de todos los que gobiernan, un país harto le dijo que sí a todos los que gobiernan, de cualquier partido”, señaló.
Finalmente, sobre el fin de los partidos políticos tradicionales, Malamud hizo una distinción: “¿Si se terminaron los partidos políticos y estamos en la época de las personalidades? En cuanto a representación sí, en cuanto a la gestión, no. Los partidos siguen siendo necesarios para gobernar, por eso Karina Milei intenta formar uno".
“No lo hace por gusto, no les gustan los partidos a los Milei, pero lo necesitan para gobernar. El líder gana la elección, pero después necesita juntar cabezas”, concluyó.