jueves 04 de septiembre de 2025

Noticias | 9 nov 2017

Padres de niños autistas proponen polémicas técnicas de comunicación en escuelas


En una clase de ciencias en la escuela secundaria de Lakelands Park, en Montgomery (Maryland), se imparte una lección sobre cómo la fuerza afecta al equilibrio. Mike Keller, de 13 años, está sentado entre su asistente y un compañero. El adolescente, que tiene autismo, se ha levantado repentinamente en un par de ocasiones y una vez ha estado a punto de a salir de la sala. Con la ayuda de su asistente y con una serie de preguntas que su profesor ha publicado en la pizarra, el joven ha vuelto.

 

En un momento dado, su profesor le hizo una pregunta de respuesta fácil ("sí" o "no") y gracias a un teclado que tenía enfrente, Mike escribió la palabra "sí" en el iPad, seguido de un toque sarcástico: "¡Obviamente!".

 

Mike no puede hablar. Señala las palabras gracias a una tabla que contiene las letras del alfabeto. Toma clases con un teclado que un asistente le sostiene. En todo el país, la mayoría de los estudiantes que no pueden hablar están en clases separadas o en programas de autismo o, como Mike hacía antes, en una escuela separada para estudiantes con discapacidades severas.

 

Hace cinco años que Mike y su madre viajaron a Texas para explorar una nueva técnica de comunicación llamada Rapid Prompting Method (RPM, por sus siglas en inglés), un método que, según la familia, ha sido un gran avance. Un año después, se unió a un programa piloto de las escuelas públicas del condado de Montgomery para estudiantes autistas que dependen de teclados y compañeros de comunicación.


El condado de Montgomery es bastante inusual, por no decir único, en crear un programa de estas características. Muchas escuelas han rechazado solicitudes similares de programas que permiten el RPM, o una técnica similar que facilite la comunicación. Este sistema fue ampliamente desacreditado por la comunidad científica en los años noventa.

 

Una generación más tarde, hay un grupo de estudiantes que no hablan, que tienen que escribir todo lo que quieren comunicar o deben confiar en un compañero de comunicación a través de diversas técnicas. Las comunidades activas de "tipógrafos" están creciendo en el sur de California, Michigan, Boston, Atlanta y Washington DC. Son regiones donde las familias tienen acceso a una formación privada. A medida que los números crecen, más familias están presionando para que sus hijos puedan ser

admitidos en escuelas públicas.

 

El autismo tiene pocos tratamientos documentados y parece que la cura tiene un costo muy alto, al menos emocionalmente. Los críticos dicen que ofrecen falsas esperanzas a las familias que están desesperadas, mientras que sus defensores aseguran que sirve de ayuda para algunas personas, por lo que no se puede dejar de explorar los únicos medios con los que algunos pueden comunicarse.

 

En Arlington (Virginia), la Red de Autoabogacía Autista (ASAN, por sus siglas en inglés) presentó una denuncia por discriminación ante el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. La organización lo hizo en nombre de cinco estudiantes autistas a los que el distrito escolar les denegó el uso de una tabla de letras y un ayudante formativo para su comunicación.


Ante esta negativa, según los documentos legales, los jóvenes estaban siendo "impedidos de comunicar sus pensamientos, ideas y sentimientos" y acababan "relegados a una educación inferior, con menos oportunidades y menos expectativas".

 

Brenda Wilks, asistente de la oficina del Superintendente que supervisa la educación especial en las escuelas del condado de Arlington, dijo en un comunicado que el distrito "continuará explorando las mejores prácticas en esta área" mientras evalúan "el uso y el beneficio potencial del RPM y otros métodos para apoyar" a los estudiantes.

 

Los críticos siguen afirmando que las investigaciones indican que las técnicas no son eficaces.

 

En ese sentido, y tras un resurgimiento del uso de la "comunicación facilitada", Ralf Schlosser, profesor de ciencias de la comunicación y desórdenes de la Universidad Northeastern, investigó 20 estudios que se habían hecho al respecto. Encontró que, en la mayoría de los casos, el ayudante (o facilitador) de la comunicación estaba controlando el mensaje.

 

"En ese campo queremos que las personas con discapacidades puedan hablar a través de sus propias mentes. Así que si alguien está hablando por ellos, eso es un problema grave", apuntó.


Sus defensores cuestionan algunas de las metodologías de investigación y sostienen que con las nuevas técnicas, incluyendo el RPM, y un mejor entrenamiento podría controlar la influencia del ayudante.

 

Algunos, además, subrayan que se trata de una cuestión fundamental de derechos civiles.

 

"Cuando Helen Keller aprendió a comunicarse, nadie la creyó", recordó Vikram Jaswal, un psicólogo de la Universidad de Virginia que tiene una hija con autismo. Según él, está aprendiendo a escribir para comunicarse. "Segregamos a las personas que no pueden hablar, ¿por qué asumimos que no pueden aprender?".

 

Fuente: Infobae

 

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