11 sep 2020
Armar clases, realizar videollamadas, responder mails, corregir tareas, mantener contacto con alumnos y con directivos. El trabajo docente se multiplicó una vez más como consecuencia de la pandemia de coronavirus y las cuestiones estrictamente educativas no son la única labor de los maestros del país. Hoy los docentes también reparten alimentos e intentan recuperar a los estudiantes que perdieron su vínculo con la escuela.
Las desigualdades se hicieron aún más evidentes durante la cuarentena. Y la escuela –a través del trabajo docente- se erige una vez más como garante de derechos de los niños, niñas y adolescentes que, con diferentes realidades, deben continuar su trayectoria escolar. Todo esto, con maestros que mayoritariamente utilizan sus propios recursos –desde dispositivos a conectividad- y que también tienen detrás un hogar y una familia que asistir.
Si bien el trabajo docente en Argentina nunca se trató solamente de cuadernos, libros y boletines, actualmente esto se incrementó y se hizo más evidente. “La escuela tiene un rol central en eso como institución estatal. Muchas veces el debate educativo se centra en las cosas que la escuela puede controlar, que tienen que ver con la enseñanza, y se borra todo lo demás. En este momento la escuela es una institución central para mantener ni siquiera un mínimo de subsistencia sino incluso por debajo del mínimo, vía reparto de alimentos y productos de limpieza”, añadió.
En ese sentido, Belén Albarello, maestra de segundo grado de una escuela pública del Distrito 7 de la Ciudad, coincidió: “Más allá de lo específicamente cognitivo, hay un apoyo desde lo emocional, lo alimentario y, en la medida de lo posible, una vigilancia sobre el bienestar general de les niñes”.
¿Qué problemáticas impactan en los alumnos?, ¿con qué se encuentra hoy un maestro a la hora de dar clases? “Hay un montón de carencias que con la presencialidad parecían estar un poco solapadas, pero que a los pibes les dificultan muchísimo la trayectoria escolar. Eso se notó ahora porque esas carencias son, entre otras, de acceso a dispositivos y de acceso a conectividad”, sostuvo Becerra.
Las problemáticas del trabajo docente durante la pandemia de coronavirus
La realidad y las necesidades con la que los docentes se encuentran, entonces, distan mucho de un panorama ejemplar. Según Becerra, “la discusión a veces gira en torno a una escolaridad ideal de clase media ilustrada y clase alta, como si todas las escuelas fueran de un barrio privilegiado. El debate educativo en los grandes medios siempre se da en torno a un modelo de alumno o alumna que es una minoría muy categórica. En los barrios pasan otras cosas, en las escuelas parroquiales de clase media y baja pasan otras cosas y en las escuelas rurales pasan otras cosas”.
Los colegios representan también el lugar donde salen a la luz situaciones de abusos y violencia contra los chicos. Hoy, esas cuestiones son difíciles de descubrir. “La escuela es la agencia del Estado que detecta la vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes en los hogares. Un docente puede observar un cambio de conducta, un pibe que de repente se pone violento, y puede indagar si detrás de eso hay algún tipo de vulneración de derecho o simplemente el pibe está pasando por un mal momento y nada más. La escuela activa protocolos para que otras agencias del Estado intervengan. Y esto no es algo excepcional, es algo cotidiano. Nosotros nos enteramos una o dos veces por semana de una situación de abuso o de violencia”, señaló el docente y Magíster en Historia.
Mientras tanto, las reacciones de madres y padres respecto a la labor docente en pandemia son variadas. Albarello mencionó que “hay más conocimiento por el contacto cotidiano de las familias con las tareas que mandamos y las clases virtuales. En ese sentido, están quienes valoran más que nunca nuestra presencia y también aparecen las demandas, las quejas, la insatisfacción con una situación en la que nadie sabe cómo ubicarse del todo bien”. Esto, en un contexto que, según la docente, los desafía a cada paso, donde hay “una improvisación constante, y no porque no planifiquemos, al contrario: estamos pensando, discutiendo y cuidando el diseño de las propuestas más que nunca. Lo que pasa es que todo el tiempo el horizonte cambia, así que es estar inventando permanentemente”.
Finalmente, Becerra se refirió a las condiciones de infraestructura laboral en la que se encuentran hoy maestros y profesores: “También somos padres y madres, también hay varios laburos y pocos dispositivos (o ninguno). Nosotros somos trabajadores, con lo cual, todo lo que le cabe a cualquier trabajador que está haciendo teletrabajo nos cabe también a los docentes. Estamos haciendo uso de nuestra Internet, de nuestras computadoras y de nuestros celulares, y eso lo estamos pagando nosotros. Y hay docentes que están por debajo de la línea de pobreza y no tienen acceso a dispositivos ni Internet, ahí es mucho más grave”.
El impacto del teletrabajo en la salud de los docentes