lunes 29 de abril de 2024

Noticias | 25 jul 2021

Juegos Olímpicos de Tokio

Toda inspiración: Oksana Chusovitina, la gimnasta de 46 años que conmovió a todos con su historia

La uzbeka, que comenzó su camino olímpico en Barcelona 1992 como miembro del Equipo Unificado y tuvo una emocionante y sacrificada carrera, se despidió en Tokio


Tokio se estremeció de la emoción. Jueces, rivales, entrenadores, voluntarios y periodistas, el único público presente en el gimnasio Ariake, despidieron de pie y con una ovación a la gimnasta uzbeka Oksana Chusovitina (de 46 años), que compitió en los Juegos Olímpicos por octava oportunidad.

 

Chusovitina, que comenzó su camino olímpico en Barcelona 1992 como miembro del Equipo Unificado, participó en Tokio 2020 solo en su gran especialidad, el salto.

 

Luego de comprobar que la nota de sus dos intentos (14,166) no le daría para entrar en la etapa final, dijo adiós a las tribunas y dibujó un corazón con las manos en señal de despedida mientras decía “adiós” mirando a las cámaras de TV.

Oksana Chusovitina, de 46 años y de Uzbekistán, es abrazada por su entrenador después de actuar durante las calificaciones de gimnasia artística, en su octava y última participación en los Juegos Olímpicos. Oksana Chusovitina, de 46 años y de Uzbekistán, es abrazada por su entrenador después de actuar durante las calificaciones de gimnasia artística, en su octava y última participación en los Juegos Olímpicos.Natacha Pisarenko - AP

De inmediato, las jueces comenzaron a ovacionarla y se les unió todo el pabellón. Chusovotina compitió con un gran número 8 en el maillot, referencia a sus ocho Juegos Olímpicos.

Chusovitina nació en la ciudad uzbeka de Bujará el 19 de junio de 1975 (22 años después, en Columbus, nacería la estadounidense Simone Biles, la actual estrella actual de la gimnasia). En 1988 ganó el campeonato nacional junior de la URSS y comenzó a competir en la categoría senior a nivel internacional una temporada después, coincidiendo con la caída del Muro de Berlín. En 1992, ya sin la existencia de la Unión Soviética, Chusovitina coqueteó por primera vez con el espíritu olímpico en Barcelona bajo la bandera de la Comunidad de los Estados Independientes y ganó la medalla de oro para un equipo que contaba con atletas de Rusia, Belarús y Ucrania.

Pero no fue su única medalla. En Pekín 2008 ganó la de plata en salto, como alemana. ¿Cómo llegó a representar a Alemania?

Chusovitina es, además, una de las pocas mujeres, junto con la cubana Leyanet González, la soviética Larissa Latynina, la neerlandesa Suzanne Harmes y la española Thais Soha-Escolar, que regresó a la gimnasia de alto nivel y a las competiciones internacionales luego de ser madre. Tras el nacimiento de su hijo Alisher, dejó la gimnasia.

Pero cuando el niño tenía sólo tres años le diagnosticaron leucemia. Junto con su esposo, vendió todas su pertenencias y se radicó en Alemania. Aún así, el dinero no era suficiente para pagar los tratamientos. Comenzó, entonces, una campaña para recaudar dinero y volvió a la gimnasia para tener más posibilidades de visibilizar su historia. Con sacrificio y empuje, logró superar uno de los mayores desafíos de su vida. Su hijo se curó y ella continuó adelante, en parte, en agradecimiento al apoyo recibido. El último capítulo de la película fue la clasificación para Tokio 2020, el mejor cierre de una carrera emocionante, con todos los matices.

Tras los Juegos de Tokio, prometió seguir vinculada a su deporte ya que añora abrir una academia de gimnasia en la ciudad de Tashkent para ayudar a las jóvenes generaciones. Sueña con seguir difundiendo la gimnasia, pero sobre el escenario con un “espectáculo de teatro”. Ella ya ganó.

De chica representó a la Unión Soviética. Su primera cita olímpica fue bajo la bandera del MEI (Mancomunidad de estados independientes, representado por estados que pertenecían a la ex URSS). En Pekín 2008 y Londres 2012, se vistió con los colores de Alemania mientras luchaba por su hijo. Ahora, se despidió con Uzbekistán, su nación de origen. Y con una historia que emocionó a todos.

Fuente: La Nación

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